Soledad.

 

Y de tanta luz se me nubló el cerebro
y tanta luz me confundió 
y viví aturdido, perdido en mis elucubraciones.
Confundido deambulaba por las calles
y me arrimaba a cualquiera que me daba conversación 
en las barras de los bares
gastaba hasta la última moneda en invitar a gente desconocida 
necesitaba que me adularan
necesitaba ser imprescindible 
necesitaba repartir consejos a todos aquel que me los pedía.
Tanta luz me hizo creer que era superior,
que era inmortal.
La oscuridad se burlaba de mi
y me timaba descaradamente 
y yo, creyéndome un ser superior, no me enteraba
 y seguía dilapidando mi
patrimonio con todo aquel que me besara los pies.
Cada mañana me despertaba solo 
y sin acordarme de nada de lo que pasó la noche anterior 
recibía llamadas de gente que me exigía dinero, 
de gente que reclamaba deudas supuestamente contraídas por mi
pero yo no recordaba haberlas tenido.
Para eso sirvió mi fortuna.


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