Una brisa que agita su melena
mientras callejea indiferente a lo que pasa a su alrededor,
despegada del mundo.
Un trozo de noche que se va cayendo
una melodía de piano, triste, nostálgica,
capaz de rematar a cualquier corazón roto en mil pedazos
suena desde el interior de un pequeño club de jazz.
La escuchó sin querer prestarle demasiada atención,
no quería más lágrimas, ni que sus recuerdos afloraran.
Siguió caminando. En la calle, apenas iluminada, solo se escuchaba el ruido de sus tacones. (Desde hace tiempo era este su único sonido familiar), ya que únicamente vivía de noche, y siempre iba sola.
Buscaba su libertad, se evadía en cada ciudad.
Solo quería ahuyentar su memoria
olvidar su pasado.
Renacer de sus cenizas
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