
Se perdió
buscando el mar.
Se perdió
buscando islas perdidas.
Dió vueltas en la arena,
pero tu ya estabas
en alta mar.
Inició, entonces,
la vuelta a casa
sin saber
que camino coger.
Y tú sonreías
desde el horizonte.
De regreso
se paraba
en cada tasca,
contando historias
a quien quisiera
pagarle,
rememorando
sus amores
y desamores
por unos
vasos de vino.
Y cuando
estaba ya
bien borracho,
explicaba
que vio
una sirena
en alta mar,
entonces,
todos rieron
mientras le
lanzaban
trozos
de comida,
que se
disputaba
con los
perros
callejeros.
En este mundo
no hay
cabida
para
los soñadores.
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