El viaje

 En tierras lejanas, 

vagabundos solitarios, 
buscando los conocimientos que nunca les enseñaron en las escuelas.
El viajero no ambicionará someter a los lugareños que encuentre en los caminos, 
sino, todo lo contrario, 
se unirá, se mezclará entre ellos con humildad,
 para aprender, 
enriquecerse 
con sus costumbres, 
su cultura.
En tierras lejanas, el viajero tendrá también tiempo de escuchar su soledad, 
de reflexionar sin el ruido mediático e interesado que vomitan sin descanso desde los púlpitos.
De esta manera, en las siempre absorbentes noches, tendrá tiempo para reflexionar, meditar, y volver a renacer, recobrar todo aquello que la vida rápida, mundana, sin sentido le hurtó.
Seguiremos al nómada en su camino incierto,
pero rico de sabiduría y experiencias, 
 en busca de su alimento. 
Lo escucharemos atentamente en las noches estrelladas al calor del fuego y del alcohol.
Nos enseñará que el viaje es aprendizaje, 
que debe de ser trasmitido de generación en generación.
Solo con la calma necesaria, 
el viajero será capaz de observar con la mente libre de prejuicios, 
sentirá como palpita el mundo,
escuchará lo que le dicen las estrellas,
lo que murmuran las olas del mar,
hasta que por fin
 encuentre el equilibro 
entre el alma y el cuerpo,
entre la mortalidad y la eternidad.








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