A veces, camino descalzo por encima de las canciones.
Otras las corto con una hoja de afitar para que sangre mi corazón.
Cierro los ojos, y recuerdo las canciones que me fueron acompañando a lo largo de mi vida.
La música atraviesa mi piel y va recorriendo mis venas. Y va apoderandose de mi cuerpo.
El cerebro quiere chillar, quiere defenderse pero es vencido por las emociones.
Y me dejo llevar. Entre la agitación y la calma. Entre el dolor y el placer.
A veces lanzo la canción al vacío, para sentir el miedo, la soledad, el terror.
Lanzo la canción desde lo alto de la montaña, a través de la espesa niebla, para descubrir los misterios, para adentrarme en lo desconocido.
Para adentrarne en los caminos de la muerte, y regresar a la vida, porque la canción vive, muere y resucita en mi
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