Donde no existió la tierra.
Donde no existió el cielo.
Donde no se conocía la palabra sueño.
Todo era fuego, agua y aire. Tormentas, lluvias,
inmensidad.
Donde aún no se sabia lo que significaba la
palabra amor.
Donde aún no se conocían los pecados, ni se
buscaba ningún paraíso.
Donde los besos no estaban restringidos a unos únicos labios,
donde no se conocía la palabra posesión.
Donde se
vivía con las ventanas siempre abiertas,
donde no teníamos miedo a la oscuridad,
donde no existían los secretos, ni teníamos pudor de nuestros cuerpos.
Vivíamos en un lugar donde aún no éramos humanos.
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